domingo, 28 de septiembre de 2008

somos hombres o somos pan bimbo








El hombre se despierta y entreabre los ojos para dejar pasar esos primeros rayos que se han acumulado en la pared. Se talla los ojos y se mira las manos, aún con el recuerdo fresco del sueño de anoche donde corría a prisa sin saber exactamente a dónde ni porqué. Qué más da, así ocurren los sueños, se dice dando un suspiro largo y nostálgico. Una bruma espesa golpea su ventana como intentando atravesarla. El hombre se incorpora y por la mente pasa toda clase de pensamientos a una velocidad vertiginosa: somos hombres, no payasos. Somos hombres, no bufones. Somos hombres o somos piedras. Somos hombres o somos tierra.



Se levanta despacio, como con intención de no despertar a esa bella fémina imaginaria que duerme enternecida bajo las sabanas que él abandona convaleciente, tambaleándose como se aleja un soldado del campo de batalla. Camina por el entarimado muy despacio y de puntitas, abre con soltura la puerta del baño y la cierra con torpeza. La puerta rechina y cruje antes de embonar la chapa. Con cuidado se despoja de la piyama y se ve a sí mismo en el espejo.



Se ve desnudo en el espejo. Una barba mal cortada, una greña maloliente, un aliento pestilente, unas manos despreciables, un semblante de mierda, una barriga desmesurada, un sexo mugriento, rancio y degenerado, y unos ojos hinchados como canicas de tanto dormir. Se va escudriñando de arriba abajo, recorriendo con los ojos cada borde, cada arista, cada cara, cada región, cada vértice. Es un maldito cubo empecinado en adoptar cierta morfología (desgraciadamente) humana. Es una caja de zapatos, la camisa de un disco viejo, el embace de leche Lala, la descomunal pantalla Solaris… un pan bimbo, eso es, es un miserable pan bimbo.



Somos hombres desaliñados y malentendidos o somos pedazos roídos de madera sobre el suelo, varnisados o no. Somos hombres, insoportable y adecuadamente hombres como todas ellas nos designan, nos señalan. O somos la sobra de pasta que queda en el empaque cuando nadie se preocupa por intentar sacarla. O somos el vino que sobra al fondo de la botella y que nadie toma porque cae en lentísimas gotas que el cuello aletarga. O somos la réflex predispuesta a capturar lo que otro ojo nos dicte, a reproducir en una pestilente película una imagen deplorable y nauseabunda de este mundo, a atrapar con el objetivo un pedazo de inmunda mezcolanza de tiempo y espacio, batiburrillo de imágenes masticadas y sonidos irritantes de la misma vida. O somos un pedazo de esa sobra de pasta dentrífica que se ha endurecido. O somos la inmensa caja idiota con sonido acartonado, o (aludiendo a los cartones) el cartón de Pacífico que ha quedado en el suelo mojado, pisoteado, amortajado y roto. O somos pan bimbo, eso es, somos hombres o somos pan bimbo.

lunes, 7 de julio de 2008

Azul



















para betzabet
"Azul con cielo y tinta de mar,
un viento cicatero, una silla en el palmar,
cuento mis pasos al aire rapaz,
que forma tu sombra un instante fugaz,
que juega en mi casa en un viejo abedúl
y que enreda mis dedos con tu voz azul".

viernes, 4 de julio de 2008

locución (parte II)



Entra en escena una mosca. Lindísima mosca azul. Qué digo lindisima ¡bellísima mosca azul!. Un azul precioso. ¿A qué nos lleva la mosca? A lo que sea. ¿Porqué una mosca? Por no tener otro animal en mente.

Estas sugestiones dañan el tema, es simplemente una mosca, sin más ni más, quitémonos de prejuicios, una mosca es una mosca, bella o no.

La mosca vuela. ¿Qué más podría hacer? ¡Es una mosca! las moscas vuelan. Lo hace en zigzag por un tiempo. Se suspende en el aire. ¿A caso puede? No importa: se suspende en el aire. Es fina, de patas cortas y regordeta. Es torpe pues llama la atención. ¿Qué pasa en ese momento? Alguien la ve. La ignora completamente. "Una mosca más".

Se comprende la insuficiencia de una mosca para llenar un espacio, así como la insuficiencia de inteligencia para capturar esta mosca en el espacio justo en el momento en que detiene sus alas y queda suspendida en el aire. ¡Qué importa si no puede! sólo se queda en el aire de modo que nadie la mira ya. Es indecisa, por eso aguarda ahí.

¿Qué es una mosca suspendida en el aire? Quizá es sólo un pedazo de materia flotante, un pensamiento viajero que se ha detenido a contemplar, o una alucinación complejísima que excede un poco los límites del entendimiento. Se acotan las ideas y la mosca es uno flotando entre sí mismo. Uno mismo flotando entre miles de réplicas de uno mismo. Es una mosca cualquiera suspendida como muchas otras en un lugar, por un tiempo. ¿No son las dimensiones las que nos interesan? "No se tiene todo en el mundo", más que masticado está. Se es una mosca una sola vez, se vuela en zigzag una sola vez, se suspenderá en el aire sólo una vez. ¿Entonces importa? Sigamos.

Un cristal. La mosca se estrella contra él. Le sangra la nariz.

Me quito de preguntas innecesarias y necias como "¿las moscas tienen nariz?" y con ella "¿Las moscas tienen sangre?", qué más da si no. Es un hecho que ya está sangrando. Es una lástima. Al fin de cuentas es bello notar que no necesita nariz para estrellarse, que no necesita sangre para que la nariz tenga una hemorragia, que no necesitamos una mosca para que se estrelle en el cristal, que no necesitamos un cristal para estrellarnos mientras nos suspendemos como moscas todo el tiempo y en cualquier espacio.

La mosca nunca volverá a estrellarse, sólo si a caso otras cuatro veces.

jueves, 3 de julio de 2008

locución (parte I)



De entrada el sol en raya. Una ligera lluvia al rededor. Un buen café sobre una taza de porcelana y un buen cigarro quemándose entre los dedos. De pronto uno se absorta y quizás piense que es un buen momento. O quizás tome tiempo el saber lo que cada uno piensa. Es algo que se aprende con el tiempo, como se aprende a tejer o como se aprende a pintar.

El barrido en una fotografía, una sombra en la pared, un tenedor doblado: son cosas ingenuas que nos hacen pensar el uno en el otro. Salimos de esta mesa ya entradas las once.

Camino largo, unos pasos. Todo se dirige a un punto perdido en algún lugar de tu cuerpo o del mío. Si el aire es frío, si el agua es tibia, si se detiene el reloj, qué importa. Nos vemos a los ojos y nos encontramos desnudos.

Desnudos o no, eso es lo de menos, siempre queda una sensación borrosa dentro de uno, como un latido interrumpido o como un pedazo de carne entre los dientes. Simple: se termina por decir cosas como "es noche" y lo demás está premeditado.

"Ahora sigue un silencio incómodo y todo vuelve a su sitio". Un conjunto de palabras que poco dicen. Se limitan a un tiempo y a un espacio. Entoces qué, se comienza a contar: uno, dos, tres... nada interrumpe esta cuenta.

Un aliento vago, a caso sin ganas me despide con un suspiro. Ese aliento cae al suelo, se tira, simplemente se tira.

¿No es esto a lo que venimos?
¿No maldecimos este momento tan esperado?

Se tira al suelo. Que nadie hable. Se sigue la cuenta...

viernes, 18 de abril de 2008

Pour ce qui veut devenir astronaut



"... dans un monde noir et blanc, seules les étoiles sont en couleurs.Quand j'étais petit, je voulais devenir astronaut, ça a tout en suit changé lors que j'ai grandi. Les planètes, les étoiles, les soleils, étient tous la même chose, personne ne s'est jamais rendu compte que le petit rêve de sortir de la terre avait disparu, et à sa place, il y a eu des pensée de guerre, de revolution, de la musique de merde qu'on écoute bien souvant. À sa place, il a laissé un grand vide que j'ai commencé a nourrir de n'importe quelles illusions. J'ai desidé de changer les rêves d'un espace sidérale pour regarder la météo a la tv, et plus tard, de débrancher la tv lors de la météo, de toute façon, il pleuvra demain. Alors, j'ai commencé a vieillir, et à faut d'autre chose à faire, je recommencé mes voyages à la lune...Toi, si tu veux devenir astronaut... deviens-le! c'est ta seule chance..."

domingo, 9 de marzo de 2008

una cosa






Es tan sutil. Tan enfermizo. Decís las cosas una a una como si de tu boca emanara una cuidadosa corriente caudalosa, o como si saliera un pequeño hilo transparente que arrastara con él todas esas palabras que me inundan como si fueran cubetadas de agua helada. Y así, como si se tratase de un trapo mal oliente, tomas mi cuerpo y lo avientas a la mesa, a la alacena o al suelo. Sos enotnces como un verdugo, como una mala plaga que se apodera de mis densos sueños, en los que coloco mis labios sobre los tuyos y así, en silencio, te inserto un beso entre lengua y paladar, dulce, pasiguo. Decís entonces: "ya no me sirves" y cerrás la puerta.