De tanta soledad, adopté un gato. No por la soledad más que por el deseo. La soledad me la impuse yo, un día que miraba para adentro. Porque este confinamiento me hizo cerrar las cortinas y sacar el espejo: me vi allí tan extraño, tan ajeno. Redescubrí mi cara, mi cuerpo, mi casa y (después de un año) me sentí completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario