
Mira mis manos, han violado ya tu cuello y se miran cómplices de la desnudez de tu espalda. Mira mis manos, han disparado ya las municiones sobre tus hombros y se sienten culpables por las veces que cerraste los ojos cuando hacíamos el amor. Mira mis mano, han traicionado su quietud y han desquitado sus impulsos sobre tus muslos, a ese trozo de tela lo han vencido y ahora se enfrentan a tu boca que las muerde. Mira mis manos, han venido porque creyeron que serían bienvenidas, mis manos con tu olor impregnado sonríen para ellas sabiendo que después de violarte tomarás tus cosas y saldrás por esa puerta.
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