Cuando te miro desde acá
escucho un tango argentinísimo,
tocando mi ventana desde la calle que nos separa.
Mientras vos te desnudás y apretás los labios,
yo te miro de pie recargado en el marco del cristal
y vos bailás ese magnífico tango.
El arco de tu espalda tiene un ritmo impecable,
tus caderas me miran como diciendo "haceme tuya, che",
y tus ojos se cierran cuanto más se abren los míos.
Entonces me mirás de pronto y haciendo un gesto
suave
me decís que ya puedo entrar y yo te miro
complacido
y bajo corriendo y brinco tu barda
y bailamos juntos el tango sobre tu cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario